Esta entrada se la dedico a mi buena amiga Liz Fuller
Esta mañana, leyendo el blog de Liz -
Heliotrope- me acordé de una anecdota que me ocurrió a primeros del mes de noviembre.
Creo que los que me conoceis sabéis que a menudo me ocurren cosas como ésta.
A mí me encantan las castañas, pero, como soy bastante glotona, tengo que controlarme si no quiero comerlas todas de una sola vez, así que, queriéndome dar un pequeño placer, cogí cuatro de ellas y en lugar de hacermelas a la antigua usanza ( como soy tan moderna) , decidí ponerlas en el microondas, así tardaría un minuto y no ensuciaría nada más de la cocina. ( Lista que soy)
Encendí el microondas, que por cierto, debo deciros que está un poco estropeado y no se para por si solo, simplemente cuando quiero lo abro y saco lo que tengo dentro, y mientras se cocinaban las castañas decidí ir al comedor para seguir haciendo alguna cosa de las que tenía en marcha.
Puse el televisor y seguí con mis tareas, en la pantalla se veían las imagenes de una película en la que estaban trabajando unos obreros dentro de un barco, de vez en cuenta, yo, dirigía los ojos hacia la pantalla , me molestaba ( no se porqué) el sonido de fondo y pensaba que era un rollo dicha película, qué tonteria tan grande que pusieran ese sonido entre el diálogo de los interpretes, harta ya del ruidito, me levanté y fuí a cambiar el canal de televisión , haber si tenia suerte y encontraba otra opción más interesante.
Me quedé parada sin saber cómo reaccionar, en seguida descubrí el origen del molesto ruidito, salía del microondas. Corrí hacia la cocina y descubrí horrorizada que estaba llena de un humo que no dejaba ver nada en absoluto, y el sonido seguía sonando.
Abrí con miedo la puerta del microondas y las castañas habían desaparecido, en su lugar habían cuatro brasas encendidas de autentico carbón .
Quise retirarlas, y las empujé como pude hacia fuera, intentando recogerlas con lo que tenía más a mano, una servilleta de papel, al caer la brasa en él , rápidamente se prendió fuego también y tuve que soltarlo.
Decidí dejar caer un poquito de agua sobre ellas, porque mucha también me daba miedo hacerlo, y poco a poco conseguí ir apagando las brasas.
Después quedó el microondas, normalmente, estos aparatos, son de color blanco, pues el mío conseguí decorarlo con unos bellos tonos del negro al gris verdaderamente artísticos.
El plato , después de muchas labadas se vuelve a ver bastante limpio ( no del todo) pero decorado con unas preciosas lineas que no son otra cosa que el vidrio resquebrajado sin orden ni concierto.
Las paredes interiores, aún no he conseguido dejarlas blancas. Sigo en ello.
La cocina, que yo me quería ahorrar limpiar tanto , tuve que limpiarla de arriba abajo .
Y encima, me quedé sin castañas.
Ahora sí, al día siguiente, sin apartarme ni un segundo del microondas, volví a hacerme castañas de nuevo.
Mi nieta dice, ! ay yaya que me preocupas , tendremos que vigilarte !
Y yo, río porque no quiero llorar y angustiarme, pero dentro de mí recuerdo que desde siempre he tenído episodios de este estilo, aunque ahora , quizá he crecido y en esta etapa de mi vida es cuando no me da miedo ni vergüenza reconocerlos , explicarlos y reirme de ellos.