sábado, 3 de julio de 2010

Fin de semana con Ana




El fín de semana empezó de forma inusual, al salir de trabajar fuí a recoger a Ana a casa de sus otros abuelos, al volver, como no tenía nada en la nevera pasamos por el centro comercial a comprar algo para cenar, el menú incluyó una muñeca Nancy, albums de cromos, una cuerda para saltar, donuts para desayunar, zumo y horchata. !Ah, también compramos una bandeja de canelones porque según Ana valía la pena aprovechar la oferta porque regalaban otra bandeja de lasaña.
En casa se jugó a todos los juegos , y por fín a dormir.
Sábado por la mañana: sesión de peluqueria, comprar unas sandalias con "diamantes", unas gafas de sol y dos preciosos conjuntos.
Canelones y helado.
Por la tarde fuimos a ver Marmaduke, nos encantó, palomitas, refresco, zumos naturales y paseo por el centro comercial.
Allí descubrí una nueva afición de Ana, le encantan las perfumerias, los jabones, champús ,cremas, andaba de un lado para otro probándose todos los perfumes, fué una experiencia muy peligrosa para mí, como es de suponer , algo calló.
Domingo: de nuevo sesión de peluqueria, lasaña y de nuevo helado.
Por la tarde de nuevo al centro comercial, vimos En pata de guerra, Ana estaba un poco decepcionada ya que las tiendas ( en especial las perfumerias) estaban cerradas, pero al salir del cine nos sentamos y tomamos un granizado de frutas, estando allí sentadas Ana reflexionaba, me dijo: yaya, tú eres fuerte.
¿yo fuerte? yo no tengo fuerza ninguna.
no esa fuerza yaya, ayer te quedaste sin dinero y hoy vuelves a tener.
La verdad es que no supe que decir, sólo logré sonreir.
Volvimos a casa en tranvia y después un corto paseo.
Teníamos que madrugar, venía conmigo hasta mi trabajo y allí la recogería su padre.
Pronto se acabó el fin de semana, fué delicioso ( para el monedero no tanto) pero valió la pena.
Lo mejor: la ilusión que se reflejaba en sus ojos, su risa y el gozo que sentí cada vez que ella se acercaba a mí y me susurraba: yaya te quiero mucho, mucho.
Ya sabemos que haremos la próxima vez, desfile por las perfumerias que encontremos a nuestro paso. Qué miedo.
Soy muy afortunada, tengo dos hijas que me adoran y una nieta de la que puedo disfrutar y ahora, por si fuera poco un nieto-a de 6 cms.
¿ Qué más puedo pedir?.

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