miércoles, 31 de agosto de 2011

Flor de lavanda


martes, 30 de agosto de 2011

El poema del miercoles: Pequeñez




Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morimos.

Emily Dickinson

Vuelta al trabajo








Este año he tenido unas vacaciones partidas, mitad en julio y mitad en agosto, ya se acabaron y vuelta a empezar.
Pero han sido unos días plenos, he estado en casa de mi hija con mis dos nietas.
He salido completamente de mi rutina, eso me ha trastocado un poco porque me siento muy cómoda en ella. Pero.. qué placer, me he acercado más a mi hija, hemos tenido ratitos en los que hemos podido hablar, planear y soñar juntas.


Carla: mi princesa, también hemos compartido muchas cosas, estirones de pelo, papillas esparcidas por la ropa, muchíiiisimos intentos de dormir, canciones a media voz mientras se me clavaban unas uñitas pequeñas alrededor de mi cuello, risas, llantos, más risas, bisuteria rota, móviles escondidos, mandos del televisor chupados.




Ana, mi reina, hemos compartido secretos, planes, penas, charlas sobre chicos, libros, oraciones, paseos por el bosque, películas de miedo y muchas moras, muchas moras.



Lo peor: casi incomunicada completamente de mi hija mayor, !Qué ganas tenía de hablar con ella!, los días se han hecho muy largos, pero nada más llegar a casa nos pusimos al corriente: cuatro horas seguidas hablando por telefono, eso fué ayer, y hoy ya he tenido mi dosis de casi dos horas. !Qué descanso! !Qué tranquilidad!.

Aparte, dos o tres días con mi dichoso lumbago, el pobre, como está tan apegado a mí, pues también quiso acompañarme en mis vacaciones.

Lo mejor: Disfrutar de mi hija y mis dos nietas, hacer leche merengada y mermelada de moras,
Sentir a mi nieta balbucear las primeras palabras amama, papa y...... una vez dijo YAYA, no sabéis cómo me puse de tonta.


miércoles, 10 de agosto de 2011

El poema del miercoles: A un olmo seco




Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

sábado, 6 de agosto de 2011

Erma Bombeck



En memoria de Erma Bombeck quien perdió su batalla contra el cáncer.

SI YO TUVIERA MI VIDA PARA VIVIRLA DE NUEVO - por Erma Bombeck
(escrito después que ella descubriera que se estaba muriendo de cáncer).

Me habría ido a la cama cuando estaba enferma en vez de creer que la tierra se detendría si yo no estaba en ella al día siguiente
Hubiera encendido la vela rosada en forma de rosa antes de que se derritiera guardada en el armario.


Habría invitado a mis amigos a cenar sin importarme la suciedad de la alfombra y el sofá desordenado.

Habría comido las palomitas de maíz en el "salón de las visitas" y me habría preocupado menos del engorro que suponía cuando alguien quería encender el fuego en la chimenea.

Habría dado mi tiempo para escuchar a mi abuelo divagando sobre su juventud.

Habría compartido más el día a día con mi marido que con la oficina.

Me habría sentado en el prado sin importar las manchas de la hierba.

Habría llorado y reído menos viendo televisión y más mientras vivía la vida.
En lugar de evitar los malestares de los nueve meses de embarazo, habría atesorado cada momento y comprendido que la maravilla que crecía dentro de mi, era mi única oportunidad en la vida de asistir a Dios en un milagro.

Cuando mis hijos me besasen impetuosamente, nunca habría dicho "cuidado, estoy ocupada, ahora ve y lávate para la cena", Habría habido mas "te quiero" y más "lo siento"

Pero sobre todo, quiero darle otra oportunidad a la vida, quiero aprovechar cada minuto. Mirar las cosas y realmente verlas... vivirlas y nunca volver atrás. ¡DEJAR DE PREOCUPARME POR LAS PEQUEÑAS Y COMENZAR A PREOCUPARME POR LAS COSAS BELLAS QUE SI IMPORTAN!!!

No te preocupes sobre a quién no le agradas, quién tiene más o quien hace qué. En lugar de eso, atesoremos las relaciones que tenemos con aquellos que de verdad nos quieren.

viernes, 5 de agosto de 2011

Como tornar un rol pequeño en importante





Un alto ejecutivo de empresa se hallaba en un viaje de negocios en Tokio.
Al finalizar todas sus reuniones, se dirigió a un centro comercial para comprarles chocolates y regalos a su empleados, como una forma de compartir el éxito con ellos.

Al entrar en el centro comercial, una diminuta dama le regaló una cálida sonrisa y le dio la bienvenida; esto lo tocó mucho y se sintió bien, no pudiendo olvidar la calidez en su sonrisa. Mientras compraba se fijaba en ella; daba la misma sonrisa a todos los clientes que entraban al centro comercial.
Comenzó a preguntarse si alguna vez se sentiría cansada de hacer lo mismo una y otra vez, así que se encaminó hacia ella y le preguntó:
- Mi querida dama, ¿ no está usted cansada de hacer este trabajo y cuánto tiempo ha estado haciéndolo?.

La dama sonrió y dijo:
No, señor, yo he estado trabajando aquí por los últimos 10 años y me gusta mi trabajo.

El ejecutivo quedó anonadado y preguntó:
¿Cómo es que ha estado haciendo esto por 10 años y por qué le gusta su trabajo?.

La dama sonrió de nuevo y dijo:
Señor, es porque así sirvo a mi país.

Esto le pareció un tanto divertido al ejecutivo. Él dijo: ¿Sives a tu país sonriendo?.

La diminuta dama dijo: Sí, señor, yo sonrío y todos los clientes que llegan al centro se sienten felices y relajados. Compran más, mi jefe está feliz y me paga más. Y como me paga más, puedo atender a mi familia. Y ya que puedo atender a mi familia, ellos están felices. Cuando los clientes nos compran, la demanda de los productos aumenta y, al hacerlo, hay más fábricas. Y cuando hay más fábricas, hay más empleos. Y cuando hay más empleos, la gente en el país está feliz.

Como la mayoría de nuestros clientes son extranjeros, hay entrada de divisas. Ya que hay entrada de divisas, nuestro país tiene mucho dinero y se vuelve más rico cada día. Y gente como usted, contenta con nuestro servicio, visita nuestro país más a menudo y, a veces, también le contará a su familia y amigos. Mi país consigue más visitantes, más dinero, más empleos y más gente feliz. Así es como sirvo a mi país.

Sorprendido con su actitud, el ejecutivo le dio las gracias y egresó a su país. Trabajó duro para incorporar la misma actitud entre sus empleados y hoy, su compañía es una de las mejores en el mundo.






A veces algunos trabajos parecen irrelevantes en comparación con otros, sin embargo, cuando cada uno comprende que su trabajo es una parte de un largo proceso, como un eslabón de una larga cadena, entonces podemos descubrir que aunque pequeño, si un eslabón es débil, toda la cadena se puede cortar por allí, si por el contrario, cada eslabón es fuerte, la cadena completa lo es. Si cada uno cumple con su trabajo en forma correcta, estamos contribuyendo en forma real y efectiva a mejorar la Institución y el País.

Autor: Leonardo Santelices

jueves, 4 de agosto de 2011

La cita del viernes: Agnes Repplier



No es fácil encontrar la felicidad dentro de nosotros mismos, pero es imposible encontrarla en cualquier otro lugar.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Mi primer joyero

El poema del miercoles: En mi flor me he escondido




En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera…
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.

En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.

Emily Dickinson

lunes, 1 de agosto de 2011

Esterlicias

Emma Smith




Emma Hale Smith Bidamon (10 de julio de 1804–30 de abril de 1879) fue la esposa de José Smith (Jr.) hasta la muerte de éste en 1844, y una de las líderes en los comienzos del movimiento de los Santos de los Últimos Días. Fue nombrada en 1842 como la presidenta inaugural de una organización de servicio compuesta por mujeres llamada en ese entonces Sociedad de Socorro de Mujeres de Nauvoo para luego ser reorganizada en Utah como uno de los fundamentos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con el nombre Sociedad de Socorro.
Emma Hale Smith Bidamon (10 de julio de 1804–30 de abril de 1879) fue la esposa de José Smith (Jr.) hasta la muerte de éste en 1844, y una de las líderes en los comienzos del movimiento de los Santos de los Últimos Días. Fue nombrada en 1842 como la presidenta inaugural de una organización de servicio compuesta por mujeres llamada en ese entonces Sociedad de Socorro de Mujeres de Nauvoo para luego ser reorganizada en Utah como uno de los fundamentos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con el nombre Sociedad de Socorro.Conoció a José Smith en 1825 mientras Smith trabajaba con un grupo de hombres en busca de una mina de plata para Josiah Stowell, un granjero al norte del río Susquehanna en un pueblo llamado Ninevah, Nueva York. Aunque no se encontró la mina, Smith volvió repetidas veces a Harmony cortejando a Emma y pidiendo su mano en matrimonio.

Isaac Hale no permitió el enlace porque consideraba que la ocupación de Smith no era reputable. Finalmente, el 17 de enero de 1827 José y Emma se fugaron al estado de Nueva York y se casaron legalmente al día siguiente, en el pueblo de Afton, viviendo en la casa de sus padres en Manchester, Nueva York.

El matrimonio Smith tuvo muchos hijos, pero algunos de ellos murieron prematuramente, sobreviviendo a saber cuatro de ellos.

Emma Smith fue una esposa abnegada y sacrificada que apoyó en todo momento la obra religiosa de su marido y soportó privaciones y episodios difíciles junto al líder del nuevo movimiento mormón.