domingo, 3 de abril de 2011

El volumen de la ausencia




Empecé a leer el libro con un poco de escepticismo.
Una señora de una clase más bien alta media ( seguro, más alta que la mía) de Barcelona centro , con una vida completamente ajena a la mía, y como las que veo cada día , que nos miran por encima del hombro o quizá también nos ignoran como si no estuviéramos.
Ida Sierra era una de ellas, lo vi enseguida, y pensé: qué me importa a mí la vida de esa señora? total, las hay a montones.
Pero pronto me sumergí entre sus propios pensamientos.
Ida, en la consulta de un médico, hace una breve revista a su vida, sabe que lo que va a escuchar es el tiempo que le queda de vida.
Ida recuerda, a sus seres queridos, a los que tiene, a los que se fueron, a lo que fué, a lo que es, a lo que pudo haber sido y no se atrevió a vivir.
Con su sentencia de muerte, pasea por Barcelona, la Barcelona nuestra, la que fué en aquellos años de la novela, la que ella recuerda , y nos hace viajar a nosotros mismos por esta Barcelona de hoy.
Viajamos caminando lentamente hacia el puerto , por esa Rambla tan querida por los que somos de aquí, por esa Rambla tan nuestra.
Y en ese paseo recordamos también nuestra propia vida, nuestros propios anhelos , lo que fué, y lo que pudo haber sido.
Ida Sierra es una mujer, con sus penas, anhelos, frustaciones,soledad, problemas, miedos, indecisiones y tristezas.
Sabiendo el poco tiempo de que dispone, se decide a vivirlo plenamente, como ella siempre ha deseado, sin mirar atrás, y por eso emprende ese paseo desde su calle Aribau hasta el puerto de su querida Barcelona, allí, frente al mar, la espera su vida, la que le quede, pero la que ella ha deseado vivir durante muchos años, allá está él, Juan, sólo tiene que llamar al timbre de la puerta .....

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