sábado, 11 de febrero de 2012

Construimos nuestra crisis

Un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía perros calientes. No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacia y vendía buenos perros calientes.
Se preocupa por la divulgación de su negocio y colocaba carteles de propaganda por el camino, ofrecía su producto en voz alta y el pueblo le compraba.
Las ventas fueron aumentando cada vez más, para mantener contentos a sus clientes, compraba el mejor pan y la mejor salchicha. También fue necesario comprar un carrito más grande, para atender a la creciente clientela y el negocio prosperaba. Su perro caliente era el mejor de la región.
Mejorando su situación económica inicial, el pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar Economía en la mejor Universidad del país. Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que el papá continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él.... ¿ Papá, usted no escucha la radio? ¿ Usted no ve la televisión? ¿ Usted no lee los periódicos? !!! Hay una gran crisis en el mundo, y la situación de nuestro país es crítica!!!!
Todo está grave y el país va a quebrar.... después de escuchar las consideraciones de su hijo , el padre pensó... bien, si mi hijo Economista, lee periódicos, ve televisión, entonces solo puede tener la razón... y con miedo de la crisis, el viejo buscó el pan más barato y comenzó a comprar la salchicha más barata y para economizar dejó de hacer sus carteles de propaganda.
Abatido por la noticia de la crisis ya no ofrecía su producto en voz alta, ni atendía con entusiasmo a sus clientes.
Tomadas todas esas precauciones , las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y  cayendo y llegaron a niveles insoportables y el negocio de perros calientes del viejo que antes generaba recursos para que el hijo estudiara Economía, finalmente quebró.
Entonces, el padre, muy triste, le dijo al hijo: hijo, tenías razón, estamos en el medio de una gran crisis y le comentó orgullosamente a sus amigos: bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar Economía, él me avisó de la crisis...



Las circunstancias pueden ser más o menos difíciles, lo fundamental es que no nos dejemos arrastrar por ellas; si las cosas van bien no hay que caer en actitudes triunfalistas sino aceptarlo humildemente como el resultado de un trabajo bien hecho. Si las circunstancias son difíciles, entonces hay que trabajar con más dedicación y poner más refuerzo en hacerlo mejor.




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